PERO CUANDO LLEGO LA 860 NOCHE

Dijo Schahrazada:

"Después del matrimonio de su hijo, Alí Babá escuchaba atentamente las opiniones de Morgana, y, siguiendo sus consejos, durante algún tiempo se abstuvo de volver a la caverna por temor de encontrar a los dos bandidos restantes, cuya muerte ignoraba, y que en realidad, como tú sabes, rey afortunado, habían sido ejecutados por orden de su capitán.

Hasta que pasó un año no estuvo tranquilo a ese respecto, pero una vez hubo transcurrido ese tiempo se decidió a visitar la caverna en compañía de su hijo y de la avisada Morgana. Ésta, que durante el camino no dejó de observar cuanto veía, al llegar a la roca se apercibió de que los arbustos y las grandes hierbas obstruían por completo el sendero que rodeaba a aquélla y que, por otra parte, en el suelo no había rastro de pisadas humanas ni huella alguna de caballos, por lo que, deduciendo que desde mucho tiempo atrás nadie debía haberse acercada a aquellos parajes, dijo a Alí Babá: "¡Oh tío mío! ¡No hay inconveniente; podemos entrar sin peligro!" Alí Babá extendió las manos hacia la puerta de piedra y pronunció la fórmula mágica, diciendo "¡Sésamo, ábrete!" Lo mismo que otras veces, la huerta obedeció como si fuese movida por servidores invisibles y se abrió dejando paso libre a Alí Babá, a su hijo, y a la joven Morgana. El antiguo leñador comprobó que, en efecto, nada había cambiado desde su última visita al tesoro; por lo que se apresuró a mostrar a Morgana y a su hijo las fabulosas riquezas, de las que era él único dueño.

Una vez que vieron cuanto había en la caverna, llenaron de oro y pedrería tres sacos grandes que habían llevado con ellos y, volviendo sobre sus pasos, después de pronunciar la fórmula de apertura, salieron de la cueva.

Dese entonces vivieron con tranquilidad, usando con moderación y prudencia las riquezas que les había otorgado el Generoso, que.es el único grande. Así es como Alí Babá, el leñador propietario de tres asnos por toda fortuna, llegó a ser, gracias a su destino, el hombre más rico y respetado de su ciudad natal.

¡Gracias a Aquel que da sin medida a los humildes de la tierra! He aquí, ¡oh rey afortunado! -continuó diciendo Schahrazada-; lo que sé de la historia de Alí Babá y los cuarenta ladrones, pero ¡más sabio es Alah!

El rey Schahriar dijo:

-Ciertamente, Schahrazada, que ésta es una historia asombrosa, pues la joven Morgana no tiene par entre las mujeres de hoy. Bien lo sé yo, que me vi obligado a cortar la cabeza de todas las desvergonzadas de mi palacio.



FIN