PERO CUANDO LLEGÓ LA 22a. NOCHE

Ella dijo:

He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que Giafar prosiguió así la historia contada al califa Harún AlRachid:

"El cobarde jorobeta, creyendo que le hablaba el efrit, tenía un miedo horrible, y no se atrevía a contestar. Entonces, muy enfurecido, el visir le increpó: "¡Respóndeme, jorobado maldito, o te atravieso con este alfanje!":Y entonces el jorobado, sin sacar del agujero la cabeza, contestó desde dentro: "¡Por Alah! ¡Oh jefe de los efrits, tenme compasión! Te juro que te he obedecido, sin moverme de aquí en toda la noche." Al oírle, el visir ya no supo qué pensar, y exclamó: "Pero ¿qué estás diciendo? No soy ningún efrit, sino el padre de la novia," Y el jorobado, dando un gran suspiro, contestó entonces: "Pues márchate de aquí, que nada tengo que ver contigo. Y vete antes de que aparezca el terrible efrit, arrebatador de almas. Además, te odio, porque tú tienes la culpa de todas mis desdichas, al casarme con la querida de los búfalos, los asnos y los efrits. ¡Malditos seáis tú, tu hija y todos los que obran tan mal como vosotros!" Y el visir le dijo: "Pero ¿estás loco? Sal de ahí, para que escuche bien eso que acabas de contar." Entonces el jorobado replicó: "Acaso esté loco; pero no lo estaré hasta el punto de moverme de este sitio sin permiso del terrible efrit. Porque me ha prohibido salir del agujero antes de que amanezca. Así, pues, vete y déjame en paz. Pero antes dime: ¿falta mucho para que salga el sol?" Y el visir, cada vez más perplejo, contestó: "¿Pero qué efrit es ese del cual hablas?" Y entonces el jorobado le contó la historta, su ida al retrete para hacer sus necesidades antes de entrar al cuarto de la desposada, la aparición del efrit bajo las diversas formas de rata, gato, perro, asno y búfalo, y por fin la prohibición hecha y el trato sufrido. Y terminado el relato, rompió a llorar.

Entonces el visir se acercó al jorobado, y tirándole de los píes le sacó del agujero. Y el jorobado, con la faz lastimosamente embadurnada de amarillo, gritó al visir: "¡Maldito seas tú, y maldita tu hija, la amante de los búfalos!" Y por temor de que se le apareciese de nuevo el efrit echó a correr con todas sus fuerzas, dando alaridos y sin atreverse a volver la cara. Y llego al palacio, fue á ver al sultán, y le explicó su aventura con el efrit.

En cuanto al visir Chamseddin, regresó como loco al aposento de su hija Sett El-Hosn, y le dijo: "Hija mía, noto que pierdo la razón. Aclárame lo sucedido." Entonces, Sett El-Hosn le dijo: "Sabe ¡oh padre mío! que el joven encantador que logró los honores de la boda durmió toda la noche conmigo, gozando mis primicias; y tendré un hijo seguramente. Y en prueba de lo que hablo, ahí en la silla tienes su turbante, sus calzones en el diván, y su calzoncillo en mi cama. Además, en sus calzones encontrarás algo que ha escondido y que yo no pude adivinar." A estas palabras, se dirigió el visir hacia la silla, cogió el turbante, y le dio vueltas en todos sentidos para examinarlo bien, y luego exclamó: "¡Es un turbante como el de los visires de Bassra y de Mossul!" Después desenrolló la tela, y encontró un pliego que allí estaba cosido, y se apresuró a guardarlo, y examinó luego los calzones, encontrando en ellos el bolsillo con los mil dinares que el judío había dado a Hassán Badreddin. Y en el bolsillo había un papel, donde el judío había escrito lo siguiente: "Yo comerciante de Bassra,declaro haber entregado la cantidad de mil dinares al joven Hassán Badreddin, hijo del visir Nureddin (a quien Alah haya recibido en Su misericordia), por el cargamento de la primera nave que arribe a Bassra." Al leer el papel, el visir Chamseddin lanzó un grito y quedó desmayado. Cuando volvió en sí se apresuró a abrir el pliego que había encontrado en el turbante, e inmediatamente conoció la letra de su hermano Nureddin. Y entonces empezó a llorar, y a lamentarse, diciendo: "¡Pobre hermano mío! ¡pobre hermano mío!"

Y cuando se hubo calmado un poco, exclamó: "¡Alah es Todopoderoso!" Y dijo a Sett El-Hosn: "¡Oh hija mía! ¿sabes el nombre de aquel a quien te has entregado esta noche? Pues es Hassán Badreddin, mi sobrino, el hijo de tu tío Nureddin. Y esos mil dinares son tu dote. ¡Alah sea loado!" Después recitó estas dos estrofas:

¡Vuelvo a encontrar sus huellas, y al instante me domina el deseo! ¡Y al recordar la mansión de la dicha, derramo todas las lágrimas, de mis ojos!

Y pregunto y grito, sin lograr respuesta: "¿Quién me ha arrancado lejos de él? ¡Oh! ¡tenga piedad de mí el autor de mis desventuras, y permítame que vuelva!"

En seguida leyó cuidadosamente la Memoria de su hermano, y encontró relatada toda la vida de Nureddin y el nacimiento de su hijo Badreddin. Y quedó muy maravillado, sobre todo cuando contrastó las fechas anotadas por su hermano con las de su propio casamiento en El Cairo, y del nacimiento de Sett El-Hosn. Y vio que estas fechas concordaban perfectamente.

Y tanto hubo de asombrarse, que se apresuró a ir en busca del sultán para contarle la historia y mostrarle aquellos papeles. Y el sultán se asombró también de tal modo, que mandó a los escribas de palacio redactasen tan admirable historia para conservarla escrupulosamente en el archivo. En cuanto al visir Chamseddin, marchó a su casa y esperó en compañía de su hija el regresa de su sobrino Hassán Badreddin. Pero acabó por darse cuenta de que Hassán había desaparecido. Y no pudiendo explicarse la causa, se dijo: "¡Por Alah! ¡Qué aventura tan extraordinaria es esta aventura! No he conosido otra semejante..."

Al llegar a este momento de su narración, Shahrazada vio aparecer la mañana, y discreta, interrumpió su relato, para no cansar al sultán Schabriar, rey de las islas de la India y de la China.